domingo, 28 de diciembre de 2008

EL AMOR DE LA PINEIDA



Mi padre se desvanece en la llanura, alimenta la tierra; fecunda a mi madre con tristeza ante la vista de todos. Luego encuentra un lugar entre los árboles para hablarme. Me ama tanto, permite aún que coloque mis pies sobre su regazo y le cuente lo que he visto en el bosque.

Soy ligera y hábil con el arco. Dicen que llevo la obscuridad de mi madre en la muerte de mi presa y la tranquilidad de mi padre en mi belleza. Admiten los hombres y hasta las mujeres de estos que han soñado deseándome, que entre los árboles han buscado mi nombre. Esto que es absurdo entristece aún más a mi padre. Él se queda callado, tengo la certeza que llora. Me ha pedido un nieto.

Insisto en lo absurdo. Soy cazadora, disto de la belleza y de la gracia de Eros. No sé lo que observan estos hombres. Le he rogado a mi padre que guarde mi virginidad. Mi madre ha empezado a hablarme sobre el amor.

No es que el amor me espante, pero siempre he escuchado que llega. Prefiero los árboles, esta llanura que pare desde la profundidad de su vientre a todo. Esta vida que son mi padre, mi madre y mis hermanas ¿Cómo será el amor, lo conoceré?

La huida la hace más hermosa. Virgen perseguida por el primer amor. Flecha de plomo contra la cazadora.

Vientre blando a leñoso: alumbramiento de la imposibilidad. Brazos como ramos colgantes. Auxilio paterno en piernas de raíces. Cambio de figura.

El dios más joven del Olimpo al lado de un árbol con nombre de mujer.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se pretende un monólogo tipo minotauro en La casa de Asterión, de Borges; pero insisto que para hablar de persopnajes históricos o mitológicos se necesita conocer muchísimo el hecho y su contexto, si es posible desde todas las fuentes.

Saludos.

Jorge Urbano Malásquez dijo...

Muy bueno, definitivamente muy bueno, sobre todo esa frase "¿Cómo será el amor, lo conoceré?"
Saludos.

Inesilla dijo...

:/