domingo, 31 de agosto de 2008

SUELO RECORDAR


Suelo sollozar, siendo exactos, recordar tu carpeta. No prestaba atención a las clases, deseaba tener ojos en la espalda; saber si sonreías o llegabas con las marcas que escondías debajo de tu blusa, de las peleas que sospecho librabas con tu madre.

Cuán sola podrías estar con el cassete de música tranquila que te regaló tu padre. Han pasado los años y nunca te pregunté su nombre; ciertamente lo amabas. Cuando me contabas que paseaban, tus ojos eran más claros, eras más bella, te quería más.

Ya no corríamos, prefería caminar contigo, sólo un momento porque tenía que regresar, los libros de los que te hablaba con soberbia me esperaban. Tus reproches luego fueron correctos y sin saberlo observé por primera vez los ojos de ese amor que no se dice con palabras, que es inaudible porque su silencio es el auténticamente perfecto; como el equilibrio, fugaz, intenso y efímero.

Pronto todo era insoportable. Tu ausencia cuando enfermabas o escapabas de casa, tus salidas sin razón del aula o los días que no me llamabas por teléfono para contarme cuántas veces acariciaste a tu gato o simplemente para conversar sobre tu madre. Nunca preguntaba, me avergonzaba. Recuerda que me conformaba con poco.

Suelo sentarme en la última carpeta de las aulas. Sería terrible desear tener, nuevamente, ojos en la espalda. Suelo escuchar el cassete de tu padre y olvidar que te pareces demasiado a tu madre. Nunca fue tu culpa que te quisiera, pero es suficiente el recuerdo.




Texto escrito por MSN en la ventana de Oscar Contreras y escuchando la presente canción de Alejandro Sanz. Sólo quedan los recuerdos, tontos, pero reminiscencias después de todo.

miércoles, 6 de agosto de 2008

LUCTUOSA CONTINUIDAD


El niño pateó su pelota.

En el campo de juegos están los melancólicos eucaliptos.
Los que soñaron su abuelo, su padre y sus hermanos muertos.

Pelota prístina sobre rumor de hojas. Bosque. Tres generaciones.

Continuo sueño sobre la muerte.



Fotografía: Alberto Diaz / www.andaluciaimagen.com

viernes, 1 de agosto de 2008

CONTRAPOEMA DEL PINGUINO Y EL TITIRITERO III


El día que el pingüino soñó volar en cielo no azul
y libre de agua.
El titiritero perdió su cuerno.
Una exfoliación melancólica,
a su pesar.
Cruzó sus manitos viejas y
sentose a desvanecer lágrimas
sobre la hierba de parques
intrasfigurables

La noche que el pingüino decidió caminar
lentamente abrigó sus pesadas alas
alzó los ojos a la luna que siempre lo miraba con una sonrisa
y se dispuso a lamer su tristeza.

Nadie se imaginaba tanta soledad
encerrada en los sueños de un niño nostálgico

Cogió con su pico un cactus
el desierto estaba bajo sus pies
y la muralla de fuego le regaló una tortura.
P.D.: Poema elaborado con Alvarez Toscano.
Fotografía: Carlos García.