Dice: “Te amo, pequeña”. (Todo es el ritmo). “Escucha el sonido”. La primera vez fue en el cuarto lejano de estudiante universitario. Cuatro de la madrugada y aún estaba húmeda. Ahora, es tan sencillo; ahora que está fuera de tu vida. Simplemente, es la soledad que no se lleva bien con ella.
Soy el soldado de tu lado malvado, ojalá algún día lo entiendas.
Es menuda como un soplo y tiene el pelo marrón. ________Joan Manuel Serrat
Festivo, dijiste Y me pareció una broma, pero encerraba un misterioso mensaje que el color oscuro de la mañana sobre la acera húmeda descubrió en el reflejo de un pájaro.
Festivo Y entendí que a la naturaleza a la que siempre fuiste fiel le era necesario recordar aquel pájaro aparente, pero real.
Entonces, extendí mis brazos para sentir el frío en una imitación obscena ___________de vuelo.
Y halle el conocimiento certero de tus palabras.
Festiva la vida __________y el vuelo Sobre la tierra y el mundo invertido del agua.
Festivo tu cuerpo de pajarillo: __________de gorrión.
Y me quedé callado porque ese vuelo ya no era nuestro.
Volabas sola y bajito sobre el festejo de la vida.
Anna ____envejezco. Y esta humedad ____divide la hermosura ____hasta su centro. Abre las piernas y entrega su oscuridad ____clara A esta agua ____tibia que también llevará ____ a los muertos.
2.
Siendo celeste y lisas todas las Luces tienen pies hermosos
Gentiles se acuerdan de todos los nombres y amables los repiten
No descubres maldad en ellas.
En las Luces que son celestes y lisas. ―¿Y como te llamas? ―Lucy, que también es Luz
3.
Qué hace Juan bocarriba contando las estrellas qué hace inventando un lenguaje llano para los sonidos de la noche.
Algo que el loco Melquiades del pueblo entienda algo que se lleve a la boca y arroje grillos que sepan a cielo.
4.
Este japonés tiene la tristeza ____________de los grillos ―un violín del desasosiego―
Siguiente Una pintura y unos amantes ____________notablemente _________________parcos.
Nunca supe el día en que estuvimos. Tal vez lo olvidé como dicen los psicoanalistas por autoprotección, quizás fuese en realidad porque intuía lo inevitable: una sonrisa extremadamente perfecta por dos años de tratamiento ortodóntico.
Recuerdo eso sí, la primera pulpotomía, el niño terrible que me golpeó en la boca y que destrozó un foco de la unidad dental; tú no imaginabas como podía aguantarlo, siempre fui intolerante. Lo sabías. Te burlabas, mencionabas cuentos sobre dentistas y su celebre ignorancia inocente, esa tristeza que cargan de ser la mitad de todo: de un médico, de un artesano, de un psicólogo… Es como no ser nada. Luego me besabas.
Llegaba tarde a nuestras citas por los trabajos o las consultas con los pacientes. Luego era la banca: el lugar céntrico, la posibilidad de mi barroquismo imberbe, de las tendencias a mencionarte y persuadirte sobre el amor con palabras retorcidas. Pero tú siempre fuiste más inteligente, no como las otras; tú no eras la niña tierna que me contaba sus problemas con baladas cursis de finales de los noventa, ni la muchacha que ocultaba la verdad con sonrisas fingidas, ni siquiera la joven que después de fumar marihuana decía quererme. Eras extraña y eso implicaba también el amor.
Me acusabas con razón de desconsiderado, que mientras estábamos solos no eran necesarias mis presunciones de escritor, que no necesitabas versos. Tus piernas pálidas perseguían sombras extrañas, observabas los libros de Eielson con ternura, pintabas y yo dibujaba con el dedo sobre tu espalda animales desconocidos ¿Era una locura? Pero aún pensaba.
La descarga del colgajo, la encía adherida, el levantamiento con la legra, la osteotomía: la tristeza del hueso, la humedad de la sangre: el olor reciente de la vida con la saliva. Lo olvidamos, al menos el inicio para evitar los círculos: las inevitables repeticiones. Porque tú nunca creíste en la pertenencia, eras la libertad; y yo no podía acusarte Te amaba.
Ahora te sueño sin boca: grito oscuro. Así, Mariana: niña escuchando baladas, muchacha con bate de marihuana y sonrisa fingida por dos años de ortodoncia.